Cuenta la historia, que una noche, unas Estrellas bajaron a la Tierra en una granja de papa que era cuidada por un Joven. Él al ver una la luz resplandeciente en el oscuro campo, decidió ver quien estaba ahí. Cuando llegó, se sorprendió mucho al ver a tres radiantes jovencitas cantando y recogiendo la papa en sus cestos.
Él por acto involuntario, tocó la campana de alarma y asustándolas, ellas empezaron a correr sin embargo, una de ellas con el susto cayó al piso y el Joven la atrapó. Sin embargo, el Joven maravillado por la Chica, decidió liberarla y darle su manta para que se abrigue.
Ellos, conversaron brevemente muy a gusto, pero de pronto llegaban los Campesinos que habían sido alarmados que estaban en las punas. La Chica estrella, decidió devolverle la manta, se despidió del Joven y convirtiéndose en un Ave, regresó al cielo junto a las demás estrellas. Cuando llegaron los Campesinos, el Joven estaba tan maravillado que no pudo explicar todo lo sucedido.
Al día siguiente, el Joven decidió ir en busca de el Cóndor de los Andes para ir en busca de las estrellas que habían huido de la tierra. Él se subió a espaldas de la gran ave y ella lo llevó directo a donde estaba la Chica estrella. Cuando por fin la encontró, ella lo recibió en su hogar y vivieron juntos alimentándose con Quinua, unos granos durados muy nutritivos y sabrosos.
Con el pasar de los días, el Joven echaba de menos a sus padres, así que decidió ir de regreso a la tierra para verlos con ayuda del Cóndor. La Chica por su parte, le brindó varios granos de Quinua para que comparta con su gente y luego, lo despidió amablemente.
El Joven ya cerca de las granjas y a punto de llegar a su hogar, fue lanzando grandes puñados del grano de Quinua. Desde ese entonces, la Quinua se sigue sembrando para que el pueblo andino se alimente de tan nutritivo alimento.