Según cuentan que el Mito del ánima, se origina en una creencia aún amarrada en la masa campesina y contada desde los primeros colonizadores (Colombia).
La apariencia de este espectro, es como la de una Mujer de largos brazos que parece atormentada y suele recorrer los caminos con las manos encadenadas. Ella va vestida de blanco y su aspecto es desagradable. Hay quienes creen que es una alma en pena que aparece y desaparece al instante, y que no piensa irse hasta que llegue la hora del juicio final.
Los campesinos dicen que el Ánima sola, ayuda a encontrar tesoros o Huacas perdidas. Otros dicen que la primera Ánima sola era Celestina Abdénago, y era una de las mujeres piadosas de Jerusalén. Ella se había negado a ayudar a Jesús debido a la fuerte influencia de los Judíos. Como castigo, su alma fue condenada a vagar por siempre en la pena y soledad. En ciudades como Antioquia y Caldas (Perú) se reza la novena al Ánima sola, quien según dicen da buena suerte y cuida la vivienda.
Otra creencia narra, que ésta entidad tiene como finalidad manipular y hacer daño a terceros. Gracias a su apariencia femenina de largos cabellos y atractivo rostro, busca cobrar las velas de las ánimas benditas, ya que en los pueblos que se hace presente, la gente tiene como costumbre pedir favores a las ánimas y normalmente ellas acceden a cambio de una cierta cantidad de velas prendidas por un prometido. Si no se cumple estos votos, el Ánima sola entra para recordarles a los faltantes aquella deuda de manera tenebrosa.
Se dice que hace mucho una señora devota de las ánimas, olvidó prender la vela prometida como pago a dichos favores, y en una oscura noche tocaron su puerta y era una antigua amiga que no veía hace mucho. Ella la invitó a pasar sin dudar en absoluto y cuando estuvo dentro, la visita se convirtió en una especie de nube negra que inundó toda la sala de la casa y tomó a la señora de los pelos en varias ocasiones ocasionándole daño.
La señora aterrada, se escapó como pudo y de inmediato se fue hacia su altar y prendió un cabito de vela que a la vez, pedía perdón por haber olvidado su promesa. Tras esto, la sombra negra desapareció de la casa. Aquella señora pese a que nunca más haya pedido ningún favor, desde entonces pone a diario gran cantidad de velas y también no deja pasar a ninguna visita de noche.