Según la mitología griega, Prometeo gustaba provocar su ira a Zeus, y fue tanto su atrevimiento al límite, que Zeus quitó a los Hombres el fuego. De este modo, castigaría indirectamente a Prometeo ya que, se consideraba benefactor de la Humanidad.
Prometeo gustaba de presumir su astucia, así que él entró sigilosamente en el Olimpo y robó el preciado tesoro del carro del dios Sol, y sin mucha demora, lo devolvió a los indefensos mortales.
Prometeo gustaba de presumir su astucia, así que él entró sigilosamente en el Olimpo y robó el preciado tesoro del carro del dios Sol, y sin mucha demora, lo devolvió a los indefensos mortales.
Zeus convencido de que debía castigar las burlas de Prometeo, llamó a Hefestos y le ordenó, que creara una mujer hecha de arcilla. Una vez lista, le dio vida y la envió con Hermes ante Epimeteo (Hermano de Prometeo). La mujer se llamaba Pandora, y llevaba con ella una caja llena de terribles males que jamás debía ser abierta.
Prometeo intentó que su hermano se aleje de cualquier cosa que tenga relación de los Dioses, sin embargo fue en vano ya que Epimeteo estaba perdidamente enamorado de ella, y tras un leve tiempo, la desposó. Luego de esto, Pandora cumplió su destino y abrió la Caja Prohibida saliendo de esta todo los Males hacia el mundo logrando así Zeus, vengarse de los Hombres.
Cuando Prometeo se liberó de Pandora, Zeus muy enojado mando capturarlo a Hefesto; luego fue llevado a una alta montaña llamada "Cáucaso" donde fue encadenado y castigado por unos 30.000 años. En su prisión cada cierto tiempo una hambrienta Águila se acercaba a Prometeo y le devoraba el hígado. Como él era inmortal, recuperaba un nuevo hígado. A pesar de esto, el Águila regresaba cada noche para volver por su "cena". Ésto le ocasionaba en más de una ocasión un sufrimiento inimaginable y eterno a Prometeo.
Treinta años después, Heracles (Hércules hijo de Zeus) pasó por la prisión de Prometeo ya que iba de camino al Jardín de las Hespérides, y cuando vió al enorme Águila venir, le disparó una de sus poderosas flechas aniquilándola y liberando a Prometeo de su castigo. Zeus muy orgulloso de la gloria de su hijo, no le importó que Prometeo evitase su castigo, así que lo invitó al Olimpio pero, debía llevar con él la roca a la que fue encadenado.