Según cuenta el mito, un buen Dios se fue de viaje por el mundo tomando la figura de un hombre. Tras caminar todo el día, estaba con mucho cansancio y hambre, pero continuó caminando tenazmente por un largo tiempo, hasta que de pronto, vio las estrellas y la luna brillar en el cielo, así que decidió sentarse y descansar.
Mientras descansaba, observo un Conejo cenando algo. El Dios le preguntó:
"¿Que estás comiendo?"
"Como zacate, ¿quieres un poco?" - Respondió el Conejo.
"Muchas gracias..." - Dijo el Dios - "Pero no me gusta el zacate."
"¿Entonces que harás?" - Volvió a preguntar el Conejo.
"Tal vez... Morir de hambre."
"Sabes..." - Dijo el Conejo - "Solo soy un pequeño Conejo, pero si usted tiene mucha hambre, dejaré que me coma por su bien."
El Conejo de la Luna |
"Eres un pequeño y noble conejo. Serás recordado por todos por tu gran amabilidad."
Tras esto, el Dios tomó al Conejo y lo levantó muy alto hacía la Luna, luego, la figura del Conejo quedo estampada en ella. Después bajo al Conejo de nuevo a la tierra y le dijo:
"Ahí está tu retrato pequeño Conejo, así, serás recordado por todos los tiempos."